Lucas 22:14-20 Cuando era la hora, se sentó a la mesa, y con él los apóstoles. 15 Y les dijo: ¡Cuánto he deseado comer con vosotros esta pascua antes que padezca! 16 Porque os digo que no la comeré más, hasta que se cumpla en el reino de Dios. 17 Y habiendo tomado la copa, dio gracias, y dijo: Tomad esto, y repartidlo entre vosotros; 18 porque os digo que no beberé más del fruto de la vid, hasta que el reino de Dios venga. 19 Y tomó el pan y dio gracias, y lo partió y les dio, diciendo: Esto es mi cuerpo, que por vosotros es dado; haced esto en memoria de mí. 20 De igual manera, después que hubo cenado, tomó la copa, diciendo: Esta copa es el nuevo pacto en mi sangre, que por vosotros se derrama.
I. INTRODUCCIÓN
La santa o cena del Señor no es una ceremonia inventada en algún concilio o posterior a los apóstoles, ni tampoco una costumbre adoptada por los padres de la iglesia, más bien, es una de las ceremonias más importantes del evangelio junto con el bautismo que la instituyó el propio Señor Jesucristo.
Es una ceremonia obligatoria para el pueblo de Dios, el Señor dijo “haced esto en memoria de mí”. Por ende, no se debe pensar que es un puro acto religioso que realiza la iglesia con un fin rutinario, es todo lo contrario, es una orden santa, dada por el Santo a su pueblo redimido.
La santa cena debe tomarse bajo los parámetros bíblicos establecidos y es por eso que dispongo en este humilde y sencillo estudio, dar los puntos básicos sobre los detalles de esta Santa Cena.
II. LA ÙLTIMA CENA Y LA PASCUA
La pascua judía es en lo que participó nuestro Señor, claro está que desde esa noche, pasó a llamarse “la cena del Señor” (1ª Cor. 11:20). Pero claro está que lo que Jesús celebró en esa última cena con sus apóstoles fue la pascua judía o el pesaj, cuya celebración se realizaba en memoria de la liberación de tierra de Egipto. En el calendario judío, cebe el día 14 del mes de Nisán (marzo 27-28) cada familia sacrificaba un cordero y luego se colocaba un poco de la sangre en los postes y el dintel de la puerta (Éx12:6-7). Después se realizaba una cena familiar donde comían el cordero asado, pan sin levadura, y hierbas amargas (Ex 12:8).
Jesús no solo celebró la pascua, sino que Él mismo se convirtió en el cordero por sacrificar en dicha pascua. Jesús fue crucificado exactamente cuando debía ser sacrificado el cordero pascual. En el Éxodo se encuentra la ordenanza divina para Israel sobre el cordero: “Y lo guardaréis hasta el día catorce de este mes, y lo inmolará toda la congregación del pueblo de Israel entre las dos tardes” (Ex. 12:6). Esto es, aproximadamente, entre las 3-5 pm. Jesús muere a la hora novena (Mt 27:46-50), precisamente a las 3:00 pm. Sin duda alguna, Cristo fuel el Cordero pascual que con su sangre nos limpia de todo pecado.
Ahora la cena del Señor nos recuerda la muerte del Señor hasta que Él vuelva (1ª Cor. 11:26) y no la liberación de Egipto como fue para Israel en la antigüedad.
III. EL PAN
El pan debía ser sin levadura tal y como lo comió nuestro Señor Jesucristo, no debemos olvidar que la cena del Señor es la mismísima pascua judía solo que con una diferente y más clara dirección. Y en la pascua judía debía ser los panes sin levadura porque la levadura es un símbolo del pecado, y la forma en que el pecado se extiende a través de su víctima (igual que la levadura) afectando a todo el organismo. Incluso una pequeña cantidad de levadura es suficiente para afectar una masa completa, y de la misma manera, un pequeño pecado afectará a toda la iglesia, o la vida de una persona (Gálatas 5: 9).
En pocas palabras, el fin es tener un símbolo de que ya no participamos del pecado, y que el pecado no tiene nada que ver con nosotros. La levadura tipifica lo corrupto, y nosotros ya no andamos tras la corrupción.
IV. ¿VINO O JUGO DE UVA?
¿Qué clase de vino usó Jesús u los apóstoles para tomar la última cena? ¿Sería vino fermentado o vino sin fermentar? Las luces bíblicas nos señalan que el vino que usó Jesús fue vino sin fermentar, es decir, jugo de uvas.
Ningún evangelista, ni Mateo, ni Marcos, ni Lucas, ni Juan usan la palabra griega oinos, (vino) en relación con la cena del Señor, todo ellos usaron la palabra “fruto de la vid”.
Ahora bien, quisiera aclarar que (oinos) que significa vino es de uso genérico, es decir, puede usarse para referirse a vino fermentado como a vino no fermentado. Increíblemente los relatos bíblicos con relación a la cena del Señor ni siquiera utiliza la palabra “vino”, sino que se limitan a escribir “fruto de la vid” (Mt. 26:26-29; Mr. 14:22-25; Lc. 22:17-20; 1ª Cor. 11:23-26).
Solo se utilizaba “fruto de la vid” para referirse al vino recién exprimido de la uva, que contiene un 20% de azúcar (fructosa) y no contiene alcohol, ya que no ha fermentado.
Además de esto la pascua prohibía el uso de la levadura (seor) que quiere decir levadura o cualquier elemento de fermentación que hace corrupto el alimento (Ex. 13:7).
En el A.T. el vino fermentado no podía ser usado en la casa de D
ios, ni en las cosas sacras, y mucho menos los sacerdotes podían beber vino fermentado al acercarse a Dios (Lv. 10:9), Jesús es el sumo sacerdote del nuevo pacto y jamás se acercaría al santo sacrificio rompiendo la ley a la cual obedeció a la perfección.
En la misma enciclopedia judía, edición 1904, tomo 165 nos dice que el vino de la pascua era vino sin fermentar.
Lo correcto entonces es exprimir el sumo de la uva y beberlo mientras está dulce.
V. LO QUE REPRESENTA PARA NOSOTROS TOMAR ESTA CENA
Cuando participamos de la cena del Señor, lo que hacemos es recordara través de símbolos visibles lo que el evangelio proclama, la muerte del Señor Jesús para salvar a los pecadores.
Es mucho más que un acto ceremonial rutinario, es una orden de nuestro Salvador para que recordemos el mensaje central del evangelio, en un mundo tan lleno del ego humano, necesitamos recordar que esto del evangelio no se centra en nosotros, sino en Él. Por eso dijo “haced esto en memoria de mí”.
En actos simbólicos, comemos el pan (su carne) y bebemos el fruto de la vida (su sangre) reconociendo que, Jesús murió por nosotros y que somos parte de este nuevo pacto en sellado con su sacrificio en la cruz.
Con palabras tiernas dijo “Esta copa es el nuevo pacto en mi sangre, que por vosotros se derrama”.
El participar de la cena del Señor nos hace no solo recordar su muerte, sino que la anunciamos y esto, hasta que Él vuelva por nosotros, así lo expresa el apóstol Pablo “Porque todas las veces que comiereis este pan, y bebiereis esta copa, la muerte del Señor anunciáis hasta que venga” (1ª Cor. 11:26).
VI. ¿QUIENES PUEDEN TOMARLA?
Al no ser un mero acto religioso, la gente religiosa no la puede tomar, sino, solo gente convertida a Cristo de todo corazón.
Debe ser capaz de examinarse y tener juicio cabal de sí mismo, Pablo dice que antes de tomar la cena debemos examinarnos si la podemos tomar o no “Por tanto examínese cada uno a sí mismo” (1ª Cor. 11:28). Es por eso que los niños no pueden participar de la cena, porque no tiene un discernimiento de lo que hacen, ni porque lo hacen, del mismo modo toda persona, por adulta que sea, si no posee claridad mental no debería participar de este sacramento.
Creo que está más que claro que personas en pecado no pueden tomarla, pues es un acto santo, para gente que se están santificando.
Los invitados a la mesa del Señor debería también estar bautizados en las aguas, ya que la biblia enseña que los que participaban del partimiento del pan (santa cena en el libro de los hechos), eran personas que primero, después de creer en Jesús se bautizaban, y teniendo su vida en este orden, podían participar de la cena del Señor “Así que, los que recibieron su palabra fueron bautizados; y se añadieron aquel día como tres mil personas. 42 Y perseveraban en la doctrina de los apóstoles, en la comunión unos con otros, en el partimiento del pan y en las oraciones” (Hch. 2:41-42). El orden es este, 1. Reciben la Palabra; 2. Son bautizados en las aguas; 3. Perseveran en la doctrina apostólica del partimiento del pan (santa cena).
No existe un mandamiento directo sobre esto, pero es lo que se infiere al leer las sagradas Escrituras.
Por último, no se debe minimizar los riesgos de tomar la cena del Señor indignamente, es decir, en pecado, o con un corazón no recto ante Dios, ya que esto es grave, según las Escritura, algunos se enfermaron por tomar la cena indignamente y otros hasta murieron.
1ª Cor. 11:27-30 De manera que cualquiera que comiere este pan, o bebiere esta copa del Señor indignamente, será culpado del cuerpo y de la sangre del Señor. Por tanto, pruébese cada uno a sí mismo, y coma así del pan, y beba de la copa. Porque el que come y bebe indignamente, sin discernir el cuerpo del Señor, juicio come y bebe para sí. Por lo cual hay muchos enfermos y debilitados entre vosotros, y muchos duermen.
Quien no sea hallado digno de participar de la cena acarrea juicio sobre su vida, quizás lo más recomendable antes de participar de la mesa del Señor, sea que todos pacemos al altar de la reconciliación, a reconocernos ante Dios y suplicar su perdón sobre su pueblo.
Joel 2:17 Entre la entrada y el altar lloren los sacerdotes ministros de Jehová, y digan: Perdona, oh Jehová, a tu pueblo…
VII. CONCLUSIÓN
La santa cena, debe ser un acto singular en nuestras congregaciones, debemos enseñar al rebaño que es un mandamiento bíblico que caduca en el retorno de Cristo, sin mencionar que en el reino de los cielos Cristo prometió volver a beber junto a nosotros el fruto de la vid “Y os digo que desde ahora no beberé más de este fruto de la vid, hasta aquel día en que lo beba nuevo con vosotros en el reino de mi Padre” (Mt. 26:29).
En honor a Cristo, participemos con temor y temblor de su mesa.
Por Pastor Mrcelo Fuentealba
